Radiografía del cine de culto

En sentido estricto, una película de culto puede ser cualquiera, solo necesita un espectador amante. Puede decirse, incluso, que el simple ejercicio de la cinefilia consiste en investir “culto” a las películas. Es difícil establecer límites a una condición otorgada por el infinito receptor. A diferencia de los géneros cinematográficos que se manifiestan a través de las cualidades que transfieren a sus descendencias, el “cine de culto” es una nebulosa que, desde que existe el cine, ha orbitado a los espectadores. Es decir, en el nacimiento de un “filme de culto”, la realización de la película es solamente un punto de partida, muchas veces tiros al aire de sus creadores, pero luego de años o décadas de fricción con los tiempos es como se le otorgará, o no, dicho estatus. Quizá todavía aguardan en el pasado, películas de futuro culto.

Fotograma de "Saló o las 120 jornadas de Sodoma" (1975)

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El infierno verde


“Los mismos que la filmaron, murieron devorados por salvajes caníbales”, eso decía, más o menos, el comercial de televisión. Tenía seis años cuando llegó “Cannibal Holocaust” (1980) a Lima. La controversia mundial la antecedía, naturalmente el estreno debía publicitarse. Filme insólito y no apto para menores: sus autores fueron digeridos por el mundo caníbal que intentaron penetrar. Obviamente, mis padres no me llevaron a verla. Me bastaba con ver (¿u oír?) el comercial para que me costara dormir de tanto imaginar ser comido por un caníbal mientras lo estoy filmando. Desde entonces traté de evitarla, incluso después de saber que todo era fingido. Pero ya la vi. Me resultó tan contradictoria, audaz y perversa que no podía seguir ausente en un blog de esta naturaleza.

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El hombre de barro


En una escena de “Bastardos sin gloria” (2009) de Quentin Tarantino, Adolf Hitler enfurece cuando le informan que varios de sus soldados fueron masacrados con un bate de beisbol por alguien apodado “el oso judío”. Y lo que es peor: entre la tropa, el miedo ha producido el rumor de que este asesino de nazis sería un Golem. La referencia a este ser mítico no es antojadiza. El pueblo alemán conocía bien la historia del Golem, incluso había protagonizado tres películas mudas. Hoy sólo la última sobrevive: “Der Golem: Wie er in die Welt Kam” (“El Golem o cómo vino al mundo”, 1919). Su director y protagonista, Paul Wegener, la dio a luz en tiempos en que el antisemitismo todavía no era oficial y se podía fantasear con mitología judía.

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Hombres detrás del sol

Es admirable la persistencia de un cineasta en el descredito. Al concluir la premiere de “Men behind the sun” (hēi tài yáng 731), 1988, el público permaneció en silencio durante varios minutos, devastado en las butacas. Mou Tun-fei, el director, diría después que en China su película llegó a recaudar dieciséis paros cardiacos durante su cortísima temporada. “Men behind the sun” no tuvo publicidad alguna, ni siquiera afiche, el público no había sido advertido. Se apagan las luces y te apuñalan en los ojos. Un film sobre el genocido debe cobrar víctimas: matar la cómoda ignorancia y el esfuerzo por olvidar. “Men behind the sun” versa sobre los experimentos “científicos” que ejecutó Japón contra ciudadanos chinos.

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La explosión del mondo

¿Te quedas prendido en NatGeo cuando haciendo zapping te topas con programas como “Tabú”, “Segundos catastróficos” o “Autopsia animal”? ¿Cuándo eras chibolo te juntabas con tus patas para ver un VHS, borroso de tanto ser copiado, de la infame “Caras de la muerte”? Entonces quizá te preguntes en qué momento el documental se volvió un doloroso placer para los ojos y un reto para tu estómago. ¿Quienes comenzaron haciendo focus en la cochinada?

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Los 100 post de la Tetona de Fellini


Se me permita hacer una pausa (otra), para mencionar que este blog de cine que se actualiza a velocidad de caracol acaba de cumplir sus primeros 100 posts. Es una insignificancia considerando que la Tetona de Fellini existe desde el 2006, cuando sólo existían unos cuantos cientos de blogs de cine y tiempos en los que incluso cuando me demoraba mucho en postear (osea siempre), algún lector alguna vez me recriminó mi periocidad dilatada. Ahora puedo irme a dormir un año y nadie pregunta por el próximo número.

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Pongo mi maleficio en ti

De su canción más famosa, “I put a spell on you”, voces escandalizadas dijeron que parecía interpretada por un caníbal, que cantaba mientras se comía a alguien. En sus actuaciones solía salir de un ataúd, tenía como mascota a un cráneo humano y se vestía con parafernalia vudú. Era el candidato perfecto para que el Ku Klux Klan le prenda fuego y lo mande de regreso al infierno. Screamin' Jay Hawkins, el pionero del Shock Rock, incluso antes de que existiera el rock.

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En compañia de lobos

El hombre es el lobo del hombre y es de personas civilizadas temer al hombre-lobo. Desde tiempos remotos los pueblos han cultivado la preocupante creencia de un ser humano capaz de mutar en bestia para asesinar al prójimo. Para la Europa cristiana y su visión de sí misma como el rebaño de Dios, naturalmente tenía que ser el lobo la mascota de Satán. En otras regiones del mundo: tigres, osos, hienas, se encargarían de la tarea. Infinidad de pruebas existen de que las supersticiones son cosa seria, pueden dirigir la vida cotidiana y hasta producir decretos supremos. En Argentina, desde 1973, el Presidente debe, por ley, apadrinar a los séptimos hijos para aplacar  la marginalización que estos sufrían por ser considerados portadores de la maldición del “lobizón”. Las séptimas hijas reclamaron de inmediato también beneficiarse del padrinazgo presidencial, ellas también podían convertirse en mujeres-lobo. No sabemos si después los lobizones pasan a ocupar puestos al servicio del gobierno.

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La materia del odio

Los pensamientos son materia. Y los cuerpos energía pensante. Uno puede zambullirse en la depresión hasta que un día ya no es solamente ese desaliento con su peso inmaterial, de repente te lo encuentras bien dibujado en tus radiografías, biopsias o electrocardiogramas. Aquel pensamiento terminó de horadar tu cráneo, ahora prospera por su cuenta a expensas de tu cuerpo. El amor puede corromperse tanto que puedes despertar junto a un organismo con tentáculos a quien dejarás succionar toda tu lucidez. Y esto es lo que ocurre en “Possession” (1981) de Andrzej Zulawski. El odio vuelto materia voraz.

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Tirate al mar y ahógate

Los adolescentes siempre serán admirados y temidos. Para el cine pocas cosas son más edificantes que la juventud perdida. Ya sea para su escarmiento o exaltación, el adolescente fue y será héroe en miles de fábulas. Para aquel que soporte el peso del futuro, más que del pasado; aquel que se desvela soñando con ser diferente pero que sufre por no parecerse a nadie, para todos ellos siempre habrá películas que canten sus penas o canciones que los pinten de cuerpo entero. O ambas cosas, como en este caso. Pete Townshend, el ambicioso líder de The Who, construyó su última ópera rock alrededor de un muchacho intranquilo de Londres, “Quadrophenia” (1973). Pocos años después, el debutante Franc Roddam adaptaría el relato, no en la forma de un musical, sino como una gran película en sus propios términos, “Quadrophenia” (1979).

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